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'No matarás' y el viaje del antihéroe

  • Foto del escritor: Eduardo Fernández del Pozo
    Eduardo Fernández del Pozo
  • 10 nov 2020
  • 2 Min. de lectura

Antes de salir por la noche a la calle, de fiesta, a dar un paseo o a cenar solo, nadie puede adivinar lo que va a ocurrir ese día. No existe en este mundo persona capaz de descifrar la cadena de acontecimientos que se sucederán uno tras otro hasta que vuelvas a cruzar el umbral de la puerta de tu casa.

Mi noche había comenzado tranquila. Mientras paseaba hacia la sala del cine del centro comercial a las nueve de la noche, me fijaba en los elementos que me encontraba en mi trayecto, sin saber que una hora y media después, todos ellos se volverían aterradores. Hasta el más mínimo detalle, hasta la más inocente persona me resultaba intrigante: el ladrar de los perros jugando en el parque se tornó en un augurio, las cortinas que escondían el interior de los apartamentos iluminados adquirieron un matiz misterioso y oscuro, y los transeúntes parecían sospechosos a mis ojos. Ese es el efecto que me produjo la película de No matarás.

Dirigida y escrita por David Victori, No matarás narra la vida de Dani (Mario Casas), un hombre joven y tímido que, tras la muerte de su padre, es empujado hacia la aventura por su hermana Laura (Elisabeth Larena) para que recorra el mundo. Sin embargo, una noche, tras no ser capaz de decidir por su cuenta ni atreverse a coger el vuelo, conoce a Mila (Milena Smit), que le conducirá a vivir una serie de experiencias muy alejadas de la cotidianeidad a la que está acostumbrado y que le cambiarán para siempre. Se estrenó en cines el pasado 16 de octubre.

Su tono de thriller, sumado a las técnicas empleadas por Victori para conseguir la identificación del público con el personaje, hacen que la película consiga calar en ti. El uso constante de planos muy cerrados, las tomas largas de planos secuencia y la vulnerabilidad del protagonista te adentran de lleno en su piel: su viaje se convierte en el tuyo. La acción principal trascurre en una sola y lúgubre noche (tan solo se vislumbra la luz natural al principio de la cinta) que transformará a Dani, quien pasará a convertirse en una persona que jamás habría pensado que llegaría ser. Éste se constituye como el tema principal o argumento último de la historia: la evolución psicológica del héroe a villano, cuya gloria y tranquilidad son destruidas por la fuerza del destino (o de la casualidad y el trauma, si se prefiere). Un descenso al más profundo de los infiernos.

Y como saliendo de sus brasas, abandonaba yo aquella estancia. Después de haber vivido –y sufrido, a su vez– la metamorfosis del protagonista. En una noche oscura, como aquella que acababa de presenciar, emprendí mi camino de vuelta a casa fijándome en los neones y la iluminación artificial de las farolas, focos y carteles con la sensación de que cualquiera, hasta aquel que en apariencia pudiera parecer el más angelical de los seres, no está exento de la duda, de la sospecha. “Nunca digas de esta agua no beberé”.



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